Nueva receta de Lorena Fernández para preparar un rico y nutritivo guiso de pollo ahora que comienza a hacer más frio. ¡A disfrutar! 😉
Ahora que llegan los días más fresquitos, más cortos y más otoñales empiezan a ser apetecibles los platos calentitos y nutritivos.
Para esta transición podemos cocinar pollo de mil maneras, hoy proponemos un guiso muy sencillo, con el que aprovecharemos para preparar una sopita.

Guiso de pollo
Ingredientes
- ½ pollo en trozos
- ½ cebolla
- 1 diente ajo
- ½ pimiento verde
- ½ pimiento amarillo
- ½ pimiento rojo
- 3 patatas
- sal
- especias al gusto.
Elaboración paso a paso
- Pochar la cebolla, el pimiento y el ajo (en el fondo de la olla a presión y a fuego medio).
- Sellar los trozos del pollo (subiendo el fuego al máximo y dejando las partes que no tienen piel de un color blanco o dorado).
- Cubrir con agua. Salar y añadir especias al gusto (como finas hierbas, perejil, etc.).
- Pelar y cortar la patata de forma irregular para que se deshaga durante la cocción y dé cuerpo al caldo.
- Tapar y dejar cocinar.
- Una vez frío, servir el pollo con las patatas y verdura.
- Reservar todo el caldo, puesto que es muy nutritivo, y con él podremos hacer una sopita de fideos... ideal para un primer plato o una cena ligera.
Un consejo: es bueno cocinar el pollo con su piel (sobre todo cuando la carne es de un animal de calidad, ecológico o criado en libertad).
La obsoleta creencia de que las grasas eran malas y que había que retirarlas todas, era muy reduccionista y con ella se han dejado de ingerir muchos nutrientes muy importantes para nuestra salud. En la piel del pollo encontramos, además de grasa, proteínas entre las que destaca el colágeno.
El colágeno es la proteína más abundante del cuerpo de los mamíferos (en piel, huesos y tejidos conectivos).
Tenemos dos formas de darle a nuestro organismo esta proteína: a través de una alimentación nutritiva o mediante suplementos.
Como siempre recalco: la base es la alimentación (ningún suplemento va a corregir una mala dieta), por ello es bueno consumir alimentos como antaño.
Para ingerir más colágeno debes comer piel, platos en cuya elaboración se usan huesos y cartílagos (como callos o guisos), caldos de pescado y caldos de huesos, postres con gelatina.
Por último, recordad que no todo es ingerir, sino proteger y preservar el colágeno que ya tenemos en nuestro cuerpo.
Para ello debemos evitar la inactividad, la comida procesada, consumo de tabaco, estrés prolongado y falta de descanso, exponerse al sol de forma excesiva.
Ahora… ¡¡A disfrutar!!
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